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  • Poincenot, Jacques
    Transcurría el año 1872, cuando al español Don Antonio Viedma, se le asigna la misión de realizar un reconocimiento de las vías fluviales de la Patagonia. Guiado por los indios tehuelches remonta el curso del Río Chalìa, pasando por un lugar que estos llamaban Quesanexes (Piedra Clavada). Llega al gran lago que ahora lleva su nombre y se dirige hacia el noroeste, donde divisa la montaña. Viedma lo relata así: “En el fondo de la ensenada hay dos piedras con forma de torres, una más alta que la otra, cuyas puntas muy agudas sobrepasan en altura a todas sus vecinas y que los indios la llaman “Chalten”, que en su lengua quiere decir montaña que humea (volcán), debido a las grandes nubes que lo rodean. Viedma hace referencia a una segunda montaña que pudo haber sido el actual Cerro Torre o la Aguja Poincenot. Y justamente de aquí en más, el tema tratará sobre el apellido Poincenot. Este hombre era de origen francés, integrante de una expedición francesa que toma forma en 1951. Grandes fueron los preparativos; por un lado en Francia un grupo de amantes de la escalada libre y asiduos visitantes de Fontainebleau, comienzan a organizarse. El equipo se conforma por: Jacques Poincenot, Guido Magnone, Marc Azema, Rene Ferlet, Louis Lliboutry, Louis Depasse, George Strouve y Lionel Terray. Por el otro lado, en Argentina, el ingeniero francés Louis Depasse fue el encargado de realizar todos los trámites pertinentes y de conseguir la información y apoyo necesario. Al grupo francés se uniría el Teniente Francisco Ibáñez, perteneciente al Ejército Argentino, cumpliendo la tarea de oficial de enlace. Al arribar a Buenos Aires, el grupo expedicionario francés mantiene una amistosa reunión con el Presidente de Argentina, el General Juan Domingo Perón, quien les brinda todo su apoyo. En esta ocasión, los franceses le prometen al General Perón que si logran vencer la cima del Chaltèn, le traerán un trozo de roca de la alta montaña. Seguidamente parten a Santa Cruz, arribando hasta la zona del imbatible, con el propósito de alcanzar su cumbre y clavar en ella el estandarte del triunfo. Pero el comienzo de su aventura estuvo signado por la pérdida de uno de sus mejores escaladores. Al intentar cruzar el Río de las Vueltas, en una etapa de reconocimiento, Jacques Poincenot pereció ahogado en las furiosas aguas del río un 28 de diciembre de 1951. Ante este luctuoso hecho, los demás integrantes de la expedición deciden continuar con el desafío y es así que después de varios intentos y pormenores en la lejanía del Fitz Roy (Chaltèn), llegan a la cumbre el 02 de febrero de 1952 a las 16:45 horas, iniciando de inmediato el descenso. Pasado un tiempo prudencial, regresan a Puerto Santa Cruz el 18 de febrero, trayendo conmovidos los restos mortales de Poincenot. El entierro, realizado en la necrópolis local, fue acompañado por una numerosa cantidad de vecinos y se realizó dentro del más completo silencio, despidiendo así a un camarada que en una infructuosa maniobra, se vio impedido de cumplir con el sueño de vencer al coloso. El Padre José M. Brasesco, elevó las palabras póstumas al cielo; “¡Caíste para siempre Poincenot, como caen los grandes! Pero Puerto Santa Cruzte custodiará para siempre, al tenerte entre nuestros grandes muertos descansando en esa tumba, que sus habitantes que te recuerden, año tras año, con cálido cariño, te colocarán ofrendas, porque quiso Dios que tuvieras como destino final la tierra de Piedrabuena, Moyano, Comodoro Py y tantos otros incansables luchadores”. Hoy, sus restos están guardados allí, en el cementerio local, y en la placa de su tumba se puede leer; “Jacques Poincenot, muerto en la montaña el 28-12-1961 por la conquista del Fitz Roy, vencido el 02 de febrero de 1952”. Luego de cumplida la triste ceremonia, Puerto Santa Cruz testimonió su afecto a los intrépidos escaladores, con un brindis llevado a cabo en la Sociedad Española de Socorros Mutuos, donde se entonaron las estrofas del Himno Nacional Argentino y la Marsellesa. El Comisionado Municipal, Don Héctor Botticini, ponderó la hazaña de haber vencido al Fitz Roy, y agregó en su discurso: “Los titanes regresan con la vista puesta en nuevos horizontes; pero el coloso se cobró su triunfo: uno de los héroes, Jacques Poincenot, (proclamado desde hoy ciudadano ilustre de Puerto Santa Cruz), se queda para siempre entre nosotros en eterna compañía y mientras un ramo de flores santacruceñas se marchitan sobre su tumba, allá, entre las brumas, la montaña recoge llorando amargamente su derrota. ¡Victoria, claman los cielos!, Victoria para estos bravos franceses que hincaron la bandera tricolor con la azul y blanca, allá en la cima. ¡Viva Francia! ¡Viva Argentina!. Los miembros de la expedición regresaron a Buenos Aires, donde fueron recibidos nuevamente por el Presidente Perón, quien les hizo entrega de un reconocimiento por haber sido los primeros que vencieron la cumbre del Fitz Roy, y a su vez recibió lo prometido: un trozo de piedra de las altas cumbres, simbolizando el desafío realizado por este grupo de valientes.  Años después, mas exactamente en 1992, el Honorable Concejo Deliberante de Puerto Santa Cruz, declara en su ordenanza 004, eximir del pago de los “Derechos de Cementerio”, a los restos de quien en vida fuera JACQUES POINCENOT, inhumados en el Sector 3 – Línea I – Fosa I, del cementerio local, fundamentando que el nombrado, de nacionalidad francesa murió trágicamente, formando parte de una de las primeras expediciones que logró escalar el Cerro Fitz Roy (Chaltèn) en 1951, hecho que sin duda, dio trascendencia a la Provincia de Santa Cruz. Pero cabe agregar que jamás fue homenajeado ni recordado como Ciudadano Ilustre, ni fue tenido en cuenta como bien lo mencionó en su momento el Comisionado Municipal Don Héctor Botticini cuando manifestó: “Poincenot se queda para siempre entre nosotros en eterna compañía y mientras un ramo de flores santacruceñas se marchitan sobre su tumba, allá, entre las brumas, la montaña recoge llorando amargamente su derrota. ¡Victoria, claman los cielos!, Victoria para estos bravos franceses que hincaron la bandera tricolor con la azul y blanca, allá en la cima. ¡Viva Francia! ¡Viva Argentina!.
  • Explotación de lobos marinos
    En Monte León, el Ministerio de Agricultura de la Nación autorizó -hasta la década del 40- la caza y faena de lobos marinos de un pelo hasta la cantidad de 10.000 animales por temporada. (Expte. 5-A-1231-c/a.1939). Aún se encuentran vestigios y algunas instalaciones de la explotación de lobos marinos en Monte León. Los restos de un corral con gran cantidad de osamentas de esta especie parecerían corresponder al lugar donde fueron faenados los animales en la zona de las Cuevas de Monte León (Terrada, 1989).